domingo, 25 de marzo de 2012

El Papa de los Jóvenes


A veces  los jóvenes podemos sentirnos un poco apartados de la jerarquía de la Iglesia.Nuestro testimonio parece no ser escuchado ni nuestras preocupaciones oídas, pero sí ha habido alguien que ha marcado un antes y un después para la juventud católica: El Papa Juan Pablo II. Los jóvenes estuvieron siempre en su corazón. En sus diversos viajes apostólicos no dejó de dedicarles un lugar especial a quienes son el futuro de la Iglesia y de la sociedad. El día de la inauguración del pontificado, el 22 de octubre de 1978, después de la conclusión de la liturgia, dijo a los jóvenes en la plaza de San Pedro: "Vosotros sois la esperanza de la Iglesia y del mundo. Vosotros sois mi esperanza".
En sus discursos les dirigió las más ardientes palabras para invitarlos a una generosa respuesta a la llamada de Cristo. Y en 1985 el Santo Padre dio impulso a las Jornadas Mundiales de la Juventud, encuentros impresionantes realizados en distintas ciudades del mundo que congregaron a millones de jóvenes que de diversas partes del mundo acudían a encontrarse con el Papa y escuchar su voz, su llamada a seguir de cerca a Jesús sin dejarse vencer por el miedo. Nunca les ocultó las exigencias de la vida cristiana, al contrario, tal como lo hizo Jesús con sus discípulos, les invitó a abrazarse a la cruz de Cristo sin miedo, con la audacia de la fe. De allí que como signo les dejó una cruz, que los jóvenes hacían peregrinar por todo el mundo, llevándola siempre a cada jornada mundial de la juventud. El Papa sabía tocar las fibras más profundas de los jóvenes corazones, conocía sus preocupaciones, y daba una respuesta auténtica y coherente a sus inquietudes: «Queridos jóvenes –exclamaba en el 2003–, sólo Jesús conoce vuestro corazón, vuestros deseos más profundos… Nadie fuera de Cristo podrá daros la verdadera felicidad. Siguiendo el ejemplo de María, sabed decirle a Cristo vuestro “sí” incondicional… la humanidad tiene necesidad imperiosa del testimonio de jóvenes libres y valientes, que se atrevan a caminar contra corriente y a proclamar con fuerza y entusiasmo la propia fe en Dios, Señor y Salvador».
Sorprende aún hoy que las mayores concentraciones de jóvenes producidas en Oriente y Occidente hayan tenido como protagonista al Papa Wojtyla: en enero de 1995, en Manila, Filipinas, único país de mayoría católica de Asia, 4 millones de jóvenes se reunieron con él, y en agosto del 2000 Roma cobró vida y entusiasmo cuando la ciudad fue “invadida” por 2 millones y medio de jóvenes. Por algo Juan Pablo II será recordado siempre como “el Papa de los jóvenes”.
 
Débil y frágil, viendo ya cercana ya la hora de su muerte, el Papa Juan Pablo II pronunció con suma dificultad sus últimas palabras, al tener noticia de que muchísimos jóvenes se habían congregado en la Plaza San Pedro para acompañar al “Papa amigo” en su tránsito a la casa del Padre: “estamos contigo”. A ellos se refería cuando quienes lo escuchaban pudieron reconstruir la siguiente frase, pronunciada difícilmente por el Papa: «Os he buscado. Ahora vosotros habéis venido a verme. Y os doy las gracias».
                                                                                               

                                                                                          
                                                                                                           Rocío Madrigal Mesa.



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